Un cerebro interconectado que no pone límite al conocimiento

Fecha: 19/11/2015

Escrito por Adrián Arcos, publicado en Espacio de Pensamiento e Innovación Educativa

neurociencia-espacioeniacLos últimos avances en neurociencia demuestran que usamos el 100% de un cerebro con un grado tan alto de plasticidad que nos lleva a aprender durante toda la vida.

El desarrollo de las nuevas tecnologías de visualización cerebral en los últimos años ha permitido a los neurocientíficos obtener información relevante sobre cómo funciona el órgano responsable del aprendizaje. Los últimos avances han demostrado que el cerebro humano es extraordinariamente plástico, pudiéndose adaptar su actividad y cambiar su estructura de forma significativa a lo largo de la vida, y no solo en los primeros años de desarrollo como se pensaba anteriormente.

Han sido muchas las creencias que se han ido desmontando con las últimas investigaciones realizadas sobre el cerebro. Una de las más famosas es la idea de que tenemos dos hemisferios cerebrales que actúan de manera independiente. De hecho, muchos textos y programas educativos animan a los profesores a detectar cuál de los hemisferios de sus alumnos predomina con el fin de mejorar la enseñanza y facilitar su aprendizaje. De esta forma, el alumno más intuitivo estará más influido por el hemisferio derecho, mientras que el más analítico lo estará por el izquierdo.

La doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universitat de Barcelona (UB), Anna Forés –a la que entrevistamos en la página siguiente–, explica que “las famosas imágenes coloreadas mostraban las regiones más activas durante el procesamiento de la tarea cognitiva, de forma que el hemisferio derecho es el creador de las habilidades espaciales y visuales; mientras que el izquierdo es el analítico, especializado en el lenguaje y la lógica”. Pero Forés advierte de que “esto no significa que no haya otras regiones que intervienen también en el proceso y, de hecho, todas las regiones del cerebro están activas y reciben el flujo sanguíneo correspondiente”. Por lo tanto, los dos hemisferios no están aislados, sino que trabajan en paralelo y su actividad es permanente.

Jesús Guillén, profesor en el Posgrado de Neuroeducación de la UB y coordinador del blog Escuela con cerebro, ha escrito, junto a Anna Forés y otros autores más, el libro Neuromitos en Educación, en el que analizan esas falsas creencias sobre el cerebro que están arraigadas en los entornos educativos. Él insiste en el engaño al que han llevado esas resonancias magnéticas donde se colorean determinadas regiones del cerebro al realizar tareas cognitivas. “Lo que en realidad ocurre es que todas las regiones del cerebro se activan al realizar una tarea, pero unas más que otras”, asegura Guillén, que insiste en que “el cerebro es multisensorial, su actividad no cesa las 24 horas y trabaja a través de una serie de redes neuronales que están totalmente conectadas”.

Utilizamos más del 10%

Muy relacionado con los hemisferios cerebrales está también la creencia de que solo utilizamos el 10% del cerebro. “Se utiliza el 100% del cerebro”, afirma Guillén, para quien “la supervivencia no se podría haber conseguido si solo utilizáramos el 10% de nuestro cerebro”. Para los profesores José Ramón Gamo y Carme Trinidad, también autores del libro, “saber que utilizamos el 100% de nuestro cerebro debería abrir las puertas a la curiosidad”. Ellos subrayan que “el cerebro ya no es esa caja conductista a la que no se podía acceder, y esta idea debería hacernos entender que el aprendizaje no tiene un límite delimitado por una utilización parcial de nuestro cerebro, sino que las posibilidades se multiplican porque ponemos en marcha toda la maquinaria. Solo hay que activar los circuitos idóneos”.

Toda esta diversidad de avances en neurociencia es una puerta abierta a nuevos conocimientos sobre el funcionamiento cerebral que pueden aprovecharse para enseñar y aprender mejor. Asumiendo que todos los alumnos pueden mejorar, las expectativas del profesor hacia ellos han de ser siempre positivas y no le han de condicionar actitudes o comportamientos pasados negativos. Para José Antonio Marina, filósofo y pedagogo, “la neurología es optimista, ya que la gran plasticidad del cerebro se mantiene durante toda la vida, y ahora sabemos que se siguen produciendo nuevas neuronas, se regeneran y, por tanto, la vitalidad es mucho mayor de lo que creíamos”. Según Marina, “esa visión optimista debe tenerla muy presente el docente, ya que la idea de que nacíamos con una inteligencia determinada genéticamente ha desaparecido y, por tanto, hay que conseguir que el alumno se dé cuenta de que él gestiona su propio cerebro y debe aprender a conducirlo y así modificarlo”.

Jesús Guillén resalta también “cómo la neurociencia puede tratar los trastornos del aprendizaje, en relación por ejemplo con las emociones y su incidencia directa en el aprendizaje, o cómo es importante despertar la curiosidad del alumno, sobre todo en esas fases iniciales del curso, de la clase o de la unidad didáctica”. Guillén también hace especial hincapié en los descubrimientos sobre la atención y cómo se puede despertar a través de la curiosidad: “Existen diferentes tipos de atención, entre ellos uno muy importante que es la atención ejecutiva, la cual permite autorregular el comportamiento del alumno, seguir el hilo de la explicación del profesor en el aula y estar concentrado en clase”.

Funciones ejecutivas.

Esta atención ejecutiva ha sido utilizada en los programas educativos de la Universidad de Padres, centro on line dirigido por José Antonio Marina, y que asegura que “estas funciones ejecutivas dirigen el resto de funciones, no solo la atención, sino también la gestión de las emociones, la gestión de la propia memoria, la metacognición, la capacidad de proponernos una serie de metas y de mantener el esfuerzo”. Según Marina, “es lo que ahora se empieza a llamar ‘habilidades no cognitivas’, que son las que aseguran mejor el éxito escolar y las que se mantienen a lo largo de toda la vida”.

En cuanto a estas funciones ejecutivas, Guillén también destaca “la importancia de la actividad física sobre el cerebro”. “Con la actividad física se generan una serie de moléculas neurotransmisoras que son muy importantes y que tienen una incidencia en esas funciones ejecutivas del cerebro, esas que nos permiten tomar las decisiones adecuadas y que son tan importantes en el aula, como por ejemplo el autocontrol”, explica.

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