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La formación espiritual en Orvalle
Los padres, factor decisivo en la formación de sus hijos
Desde que existe Orvalle, hace ya más de 43 años, tanto las familias que lo impulsaron en sus inicios, como las personas que hemos formado parte del colegio a lo largo de estos años, hemos procurado poner en práctica aquello que enseñó San Josemaría:
''En el colegio hay tres cosas importantes: lo primero, los padres; lo segundo, los profesores; lo tercero, los alumnos. Vuestros hijos -no os ofendáis- están en tercer lugar. De esta manera marcharán bien'', San Josemaría
(Cita recogida en la Revista Nuestro Tiempo nº264 p.17, “La educación en Mons. Escrivá de Balaguer”, García Hoz, V.)
En este sentido, podríamos decir que los padres, con vuestra dedicación, con vuestro ejemplo, sois el factor decisivo en la formación integral de vuestros hijos.
Partiendo de esta realidad, desde Orvalle procuramos colaborar, en la medida de lo posible, en vuestra formación y atención espiritual; cultivar y cuidar aquello que es más importante y que, al mismo tiempo, procuráis transmitir a vuestros hijos: la vida teologal, la vida de fe.
Qué es la formación espiritual
Y la formación espiritual, cultivar la fe, no se limita sólo a enseñar una serie de contenidos -fe objetiva- sino, sobre todo, a vivir y transmitir -solo se transmite lo que se vive con cierta plenitud-, un modo de vida, un modo de ser, una forma de relacionarse. Porque la fe -la vida de fe- es una relación: una relación personal de amor y de amistad con el Dios, y a eso apunta la formación espiritual, como se lee en los ''Apuntes sobre cuestiones de Teología Moral aplicadas a la formación'' de Julio Diéguez.
''La recepción y asimilación intelectual de conceptos es, desde luego, parte de la formación, pero no se identifica con ella. La formación no es sólo dar o recibir información. De modo sencillo y gráfico podríamos decir que formar es dar forma. No es dar color, no es barnizar; es dar forma. No tiene que ver con el aparecer, sino con el ser'', Julio Diéguez.
La necesidad de un maestro que acompañe
Formar es ir dando forma, y no sólo en el ámbito de la formación de los hijos, sino sobre todo, en la formación de uno mismo, porque no se puede dar de lo que no se tiene. Nadie nace “creyente”, como nadie nace sabiendo tocar el piano: es algo que se va aprendiendo, con la práctica y el estudio. Lo mismo sucede con la vida espiritual: se va aprendiendo, se va creciendo, y para eso hacen falta maestros.
No solamente alguien que enseñe, sino maestros que acompañen. “Maestro” en el sentido de que, lo que él vive, lo enseña, lo inculca en el otro para que lo viva: la vida, se transmite con vida. Es decir, se forma desde la experiencia para que el otro entre en la experiencia. Se forma desde la experiencia del encuentro personal con Jesucristo, para que los hijos entren en esa misma experiencia. Decía el Papa emérito Benedicto XVI, y que recoge también el Papa Francisco en una de sus cartas:
“No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”, Benedicto XVI.
La formación espiritual en Orvalle
Se empieza a ser cristiano por el encuentro con Jesucristo. Esa es la ayuda, que desde Orvalle, procuramos ofrecer a los padres, profesoras y alumnas.
Por eso, la formación espiritual que se imparte a través de diversos medios personales y colectivos: retiros espirituales, asesoramiento y acompañamiento espiritual, cursos de retiro, sesiones específicas sobre sacramentos, celebraciones litúrgicas etc., va enfocada a que las almas se encuentren con Jesucristo, a profundizar en el conocimiento de su persona, a ir adquiriendo una honda y sólida vida de piedad, propia de hijos de Dios, y al mismo tiempo, a ir descubriendo que lo importante no es tanto hacer, sino dejarse hacer.
El Espíritu Santo
Y dejarse hacer porque el camino del cristiano es el camino hacia la santidad, hacia la identificación con Jesucristo, con nuestra correspondencia a las luces del Espíritu Santo -el Santificador-. Es Él quien da forma a nuestra alma. Por eso, podríamos decir que estar bien formado, es ir adquiriendo la imagen de Jesucristo en cada uno de nosotros. Qué bien lo dice San Pablo a los de Corintio:
“Todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, vamos siendo transformados en su misma imagen,
cada vez más gloriosos, conforme obra en nosotros el Espíritu del Señor”, San Pablo
El Espíritu Santo, es quien da forma. Es quien nos lleva a ir reflejando, como en un espejo, la gloria del Señor, es decir, su santidad. Vamos siendo transformados en su misma imagen, cada vez más amables, sembradores de paz y alegría, servidores de nuestros hermanos…: ¡santos! Dios Espíritu Santo va purificando nuestros corazones poco a poco, hasta que el rostro de Cristo se refleja en nuestras almas, como en un espejo. A eso se dirige la formación, ése es el mejor sello, el sello diferencial que procuramos priorizar en Orvalle.
Más información sobre la formación espiritual en Orvalle.
Artículo escrito por la Capellanía del Colegio Orvalle