Los niños tienen que aprender a solucionar sus problemas
Uno de los grandes retos al que nos enfrentamos hoy en día es la incapacidad de los niños a solucionar sus propios problemas. Los padres creen, erróneamente, que los hijos serán más felices si intervienen cada vez que se topan con alguna dificultad y acuden constantemente en su ayuda sin dejar que el niño busque la solución por si mismo –ya sea a la hora de hacer los deberes, solucionar peleas entre amigos, etc. Y los niños tienen que aprender a solucionar sus problemas.
La importancia de que los niños afronten los retos
Si los niños no pueden enfrentarse solos a pequeños retos, cada vez les será más difícil enfrentarse a todo lo que les va a ir surgiendo a lo largo de la vida. Construiremos una sociedad de adultos blandos e incapaces de buscar mecanismos para enfrentarse a todas las contrariedades que, inevitablemente, surgen a lo largo de la vida.
Hay que hacer a los niños menos dependientes de sus padres. Vivir con padres sobreprotectores es una desventaja para los niños. El Dr. Tim Jordan, pediatra especialista en desarrollo y comportamiento de Chesterfield, Missouri, dice:
"Tenemos jóvenes en la Universidad que son incapaces de cuidar de sí mismos. Mandan diez mensajes de texto por día a sus casas, y son incapaces de resolver los problemas más básicos".
Cómo acompañarles como padres
La mejor manera de ayudar a los hijos en los retos a los que se enfrentan es dejar que ellos solos traten de solucionarlos y no ofrecer ninguna ayuda, pero sí dar herramientas o explicaciones para que logren el éxito. De igual forma, es importante que los padres vayan en la misma dirección y se apoyen el uno al otro.
Esto no quiere decir que los padres deben permanecer pasivos. Deben actuar vigilantes ante la necesidad que les pueda surgir para solucionar un problema y, en ese momento, impulsarles al análisis, a la reflexión. Guiarles con dos o tres preguntas sobre la situación a la que se enfrentan y dialogando con ellos sobre la mejor forma de afrontarla. Siempre dejando que sean ellos mismos los que lleguen a la solución, garantizando así su éxito y fortaleciendo su autoestima.
En Orvalle, los padres son los protagonistas de la educación de sus hijos e hijas, y el colegio facilita esta tarea y acompaña, mediante herramientas como la Escuela de padres o la preceptuación, entre otros.
La psicóloga Carolyn Daitch, directora del Centro para el Tratamiento de Trastornos de Ansiedad cerca de Detroit, reflexiona sobre "en qué medida deben meterse los padres en los asuntos de sus hijos y cuándo conviene dejarlos solos. Los que son muy absorbentes no dejan que los niños descubran las cosas por su propia cuenta''.
Ventajas de que aprendan a resolver sus problemas
Los niños que son capaces de resolver sus problemas, no sólo aprenden, sino que también cambian, ostensiblemente, su actitud frente a las dificultades. Decirle a un niño “¡Yo sé que tú puedes solucionar esto solo!” hace crecer su autoestima y le ayuda a fortalecer su carácter y confianza en si mismo, sobre todo al ser consciente de su propio éxito.
Muchas veces los hijos sienten ansiedad a la hora de enfrentarse a una situación que para ellos resulta problemática. Ven la solución pero no se deciden a actuar. Hay que quitar a los niños el miedo a equivocarse y enseñarles que de los errores también se aprende. Se les puede animar con preguntas tipo ¿Qué es lo peor que podría pasar si actúas de ese modo? ¿Y lo mejor?
Nancy Buck, psicóloga de Denver, opina: "los niños están generalmente preparados para dar pasos más grandes hacia la independencia y resolver sus problemas antes de lo que sus padres creen. Existe una lucha entre querer que los hijos crezcan y querer que no crezcan demasiado rápido."
Ponerse en su lugar para ayudarles
Hay que tener en cuenta, que los pequeños no siempre ven el problema desde el punto de vista del adulto. Los padres tienen que tratar de visualizar el tema de conflicto desde la perspectiva del niño para comprender su magnitud, y la mejor forma de orientarle para que busque la solución. Un niño pequeño en el parque, por ejemplo, puede estar disgustado porque su amigo le ha quitado una piedra, y la solución no es decir “eso es una tontería, pues coge otra” ni ir al otro niño y exigirle que devuelva la piedra. Es mejor dialogar hasta que el niño encuentre una solución al problema que le satisfaga. Puede ser jugar los dos amigos con la piedra, coger otra, cambiar de juego… Muchas veces los niños van a encontrar soluciones que al adulto ni se le habían ocurrido y eso enriquecerá mucho su mundo.
Lo que los padres y educadores tenemos que preguntarnos antes de acudir a solucionar un conflicto entre niños, es si a largo plazo nuestra intervención le va a servir de ayuda o va a provocar que sea incapaz de funcionar de forma independiente.
Silvia Diez de Rivera, profesora de Infantil del Colegio Orvalle.