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Testimonio de conversión de Dimitri Conejo: ''Dios siempre estuvo a mi lado''.
La alumna de 1º de Bachillerato Belén Llorente, comparte en este artículo el testimonio de conversión de Dimitri Conejo. Dimitri es un joven ruso, padre de un hijo y creador de páginas como Cathopic, el primer banco de recursos católicos profesional, Holydemia, una academia de cursos católicos online, o la web de consagración a Santa Maria Mater Coeli, entre otros proyectos.
Testimonio de conversión
El pasado martes 13 de diciembre tuvimos la suerte de escuchar el testimonio de Dimitri, un hombre de 33 años de nacionalidad rusa que actualmente se dedica a la creación de proyectos católicos profesionales online. Nos explicó cómo, tras las duras y difíciles etapas de su vida, Dios ha estado siempre protegiéndolo, queriéndolo y esperándolo.
Aprender a ser persona
Gracias a su historia y al tema de ‘’El origen’’ que estamos trabajando este trimestre en el programa de formación antropológica Aprender a ser persona, hemos comprendido que a pesar de tener un pasado difícil, esto no te condiciona para mirar al futuro con esperanza y agradecimiento por lo vivido, ya que incluso de eso se puede sacar algo bueno.
Nuestro origen nos indica que todo lo que somos lo hemos recibido de otros; eso manifiesta que necesitamos de los demás para existir, que somos seres dependientes, no autosuficientes. La respuesta natural a este descubrimiento es el agradecimiento.
Y así lo hemos visto reflejado en la historia de Dimitri, ya que, a pesar de las desgracias que ha vivido, agradece a cada persona que ha formado parte de su historia y cada caída que ha tenido que le han convertido en la persona que es hoy.
El mundo necesita personas que amen lo que hacen
Cuando él tenía 3 años vivía en una chabola. Sus padres eran alcohólicos y lo maltrataban. Dimitri no les culpa de esto, sino que por el contrario les excusa de su situación, ya que se dió a causa de diversas circunstancias tras la caída del comunismo.
Aquí empiezan las dificultades en su vida. A los 5 años él y su hermana fueron llevados a un orfanato, donde también eran maltratados tanto por el resto de niños como por los cuidadores. Dimitri cuenta como lo peor del orfanato no era la violencia que recibía, ya que acabó insensibilizándose, sino el trato de los cuidadores que luchaban para que no se sintieran valiosos ni queridos.
A las alumnas nos ha impresionado cómo tampoco les culpa por esto. Les comprende al estar dedicando su vida a lo que no era su verdadera vocación, por lo que descargaban sus penas en ellos.
Esto me ha hecho reflexionar sobre la necesidad del mundo de personas que amen lo que hacen. En vez de tenerles rencor por las heridas que han dejado en él, les perdona mirando más allá del daño recibido.
Dios se sirve hasta de lo más insignificante
Dimitri conoció a Dios a través de una charla de un sacerdote ortodoxo. En esa charla le hablaron de la existencia de un Dios que te cuida y te quiere como eres a pesar de todo. Desde entonces, la oración empezó a ser lo único que le mantenía vivo.
Y empezó a pedirle la única solución a su vida: que le adoptaran. Tras unos meses esto se hizo realidad: su hermana y él fueron adoptados por una familia ‘’gracias a no haber perdido la fe’’, afirma.
El gran privilegio de nuestra vida
Me llamó la atención cuando Dimitri dijo: “me sentí un privilegiado por ser yo el elegido, el adoptado entre tantos”. Me di cuenta de que cada día tengo que dar gracias por todo, ya que lo que para mí es algo normal, en realidad es un gran privilegio.
Una vez en Madrid empezó a ir al colegio, donde sus compañeros abusaban de él dirigiéndole recriminaciones por ser ruso y adoptado. Dimitri, en ese momento, lo único que quería era ser un niño normal. Pero no se daba cuenta de que no podía serlo hasta aceptar su historia.
Por eso empezó a comportarse mal. No se sentía comprendido, sentía que le tenían encasillado como problemático y no le daban la oportunidad de cambiar. Su relación con Dios estaba bien hasta que, tras un enfado, le echó la culpa de todo. Después de esto empezó una fase de su vida autodestructiva (alcohol, drogas…). Esto hacía que su comportamiento en su casa y su relación con sus padres empeorará, hasta que su padre le dijo ‘’Dimitri, la próxima vez que te vuelvas a ir de casa, la puerta no va a estar abierta cuando vuelvas’’.
Esta vivencia me sirvió para abrir los ojos ya que nos rogó: “No hagáis sufrir a vuestros padres por favor”. Me hizo darme cuenta cómo tantas veces no valoro lo que hacen por mí. También caí en la cuenta de lo necesario que es que les agradezca, también a través de mi actos, lo que hacen por mí.
No se puede amar sin libertad
Tras la conversación con su padre decidió meterse en el ejército, donde se pasaba el día sancionado. Esa fue la primera vez que echó de menos su casa y a su madre, lo que le sirvió para valorar lo que tenía. Esto no duró demasiado, ya que consiguió más libertad, y volvió a sus vicios anteriores. “Creía que estaba siendo libre, pero estaba viviendo el libertinaje”.
Esto es, hoy en día, muy común, y me recordó lo importante que es ser libre y no un esclavo de los placeres, saber despegarnos de hacer “lo que me apetece”.
Además, dijo “el Señor me protegía aún estando lejos de él al no dejarme cruzar la línea roja que para mí era la prostitución, drogas, etc. Cada uno tiene sus límites que no puede pasar y Dios está siempre protegiéndonos, aún cuando no nos damos cuenta’’.
Hasta que cayó en la cuenta de que su lejanía con Dios había roto su vida. Todo lo que había construido era en torno a él, siendo su propia prioridad. Se agobió tanto que se quería suicidar. Pero le preguntó a Dios: “¿Dios por qué estás en silencio conmigo?”. E instantáneamente le llamó una amiga con la que hacía tiempo que no hablaba invitándole a un cursillo de cristiandad.
Dios está en lo escondido. Su testimonio de conversión.
Esto para él fue un volver a casa. Hizo las paces con Dios y se dió cuenta que siempre le había protegido y que no se había despegado de él ni en los peores momentos.
Este aparente cambio de mentalidad no se materializó, ya que su relación con las mujeres seguía siendo igual de tóxica; por lo que se engañaba a sí mismo siendo incoherente con sus pensamientos, sin que le importase su novia de verdad y según él, viviendo en una mentira.
Se alejó de Dios al pensar ¿quién soy yo para mirar a Dios?, olvidándose de que Dios no juzga sino que espera que te acerques a él y confíes en su poder de sanación. Dimitri cuenta como una sencilla pregunta de una amiga suya le hizo dar el cambio “¿la chica con la que estás es la mujer de tu vida?”. Tras esto, se tomó más en serio su fe, le pidió a Dios un tiempo para él “prepárame, sáname, lo único que te pido es que cuando esté preparado me presentes a la mujer de mi vida”. Durante un año de lucha Dios le estuvo purificando; estuvo sacando de él cosas que no sabía que tenía. Y solo después de eso le presentó a la mujer de su vida.
Una frase que me ha ayudado mucho fue: “no querer hacer las cosas por nuestros propios medios, mirarle y saber que Él lo va a hacer y no nos va a dejar nunca”, que por mucho que no le sintamos o no conectemos siempre está ahí, aunque no nos demos cuenta, desde el silencio. Dios actúa en nuestro interior. Dimitri decidió ser valiente y enfrentarse a su pasado, ya que incluso de lo aparentemente malo Dios saca cosas buenas.